Cuando el amor no muere: señales, tarot y sabiduría ancestral para comunicarnos con el más allá
En algún momento de nuestras vidas, todas nos enfrentamos al silencio brutal de la muerte. Un padre, una abuela, una amiga, un amor. Cuando fallecen, dejan un vacío inmenso, una ausencia que no se llena con el tiempo, sino que se transforma. Nos queda la memoria, el eco de sus palabras, sus gestos, sus olores. Pero también queda una pregunta insistente: ¿sigues conmigo? Esa pregunta no siempre se responde con palabras o sueños. A veces, la respuesta aparece como una mariposa que se posa sobre nosotros, una canción en la radio justo cuando pensamos en ellos, un aroma inesperado en la brisa. Son señales. Y no es casual que muchos de estos mensajes lleguen a través de animales —como aves, mariposas o gatos— que, según diversos estudios, responden a campos electromagnéticos. Nuestros seres queridos a veces se sirven de estos canales naturales, sensibles a energías sutiles, para hacernos saber que siguen cerca. Aprender a leer ese lenguaje puede ser una de las formas más bellas y poderosas de comunicarnos con nuestros seres queridos que han fallecido.
Esta idea de comunicación a través de la naturaleza no es nueva. Para nosotras, Brujas del Caribe, el mundo espiritual nunca ha estado realmente separado del mundo físico. Nuestra historia colectiva está tejida con saberes ancestrales africanos, indígenas y europeos que, a pesar de siglos de colonización, esclavitud y represión, han sobrevivido en los rezos de nuestras abuelas, en los rituales con flores y velas, en el lenguaje de los pájaros, las mareas y los vientos. En la cultura afrocaribeña, la muerte no es un final, es un cruce de umbral. Nuestros muertos no se van, se transforman. Se quedan entre nosotros, guiándonos, protegiéndonos, hablándonos. Pero no en voz alta. Lo hacen en silencio, a través del entorno. Todo tiene mensaje, si sabemos escuchar.
Aprender este lenguaje no requiere un don especial. Requiere intención, sensibilidad y un corazón dispuesto a creer que el amor no muere. En su libro Signs: The Secret Language of the Universe, la médium Laura Lynne Jackson nos ofrece una guía profunda y sencilla para empezar a comunicarnos con nuestros seres queridos fallecidos. Jackson, que ha trabajado con científicos y psiquiatras para validar sus experiencias, afirma que todos podemos recibir señales del más allá. La clave es abrirnos a la posibilidad de que nuestros difuntos quieren hablarnos, no desde la tragedia, sino desde el amor eterno que aún nos une.
Una de las enseñanzas más poderosas del libro es que podemos pedir señales específicas. Y que cuando las recibimos, no debemos dudar ni racionalizarlas. Por ejemplo, podemos decir: “Abuela, si estás conmigo, hazme ver una mariposa monarca hoy”. No importa si estamos en un lugar donde no las hay. A veces esa señal aparecerá en una pintura, en una camiseta, en un video inesperado. Lo importante es la conexión emocional, no la lógica. Este lenguaje del alma se parece más a la poesía que a las matemáticas. No se trata de probar nada. Se trata de sentirlo.
Desde Brujas del Caribe, nuestra comunidad espiritual, hemos integrado este lenguaje en nuestra práctica diaria. Como hijas del mar, del tambor y del misterio, hemos visto y sentido estas señales en carne propia. No como fenómenos aislados, sino como parte de un diálogo amoroso entre nosotras y nuestros muertos. En nuestro camino como tarotistas, radiestesistas y mujeres sabias, hemos aprendido que el tarot no es solo una herramienta para interpretar el presente o el futuro. Es también un puente hacia el más allá, una forma tangible de canalizar la energía de quienes han partido. El tarot, cuando se lee con respeto y amor, puede convertirse en una conversación sagrada con nuestros seres queridos. No se trata de invocar ni de forzar la conexión, sino de abrir un espacio donde esa comunicación pueda darse de forma segura y clara.
Para quienes desean comenzar a recibir estas señales, recomendamos crear un pequeño altar. No necesitas nada complicado. Una foto, una vela, una flor. Siéntate frente a ese altar, respira profundo y habla en voz alta. Pide una señal. Pero no una genérica. Sé clara. “Abuelo, si estás conmigo, hazme ver una estrella fugaz”. Luego, suelta el deseo y vive tu día. La señal llegará cuando menos lo esperes. A veces no será literal, pero tocará algo en ti, en ese lugar donde el alma sabe más que la mente.
Después, puedes utilizar el tarot como lenguaje complementario. Haz una tirada de tres cartas preguntando: “¿Qué mensaje tiene para mí esta persona que falleció?”. Baraja el mazo con esa intención. Habla su nombre. Visualízala con amor. Las cartas que salgan no te darán frases literales, pero su simbolismo activará recuerdos, emociones, intuiciones. El mensaje llegará a través del corazón. Una Emperatriz puede representar una madre amorosa. Un Seis de Copas, un momento compartido en la infancia. Un As de Espadas, una afirmación clara. Si estás abierta, sabrás lo que significa.
Nosotras hemos aprendido este arte. Lo hacemos con responsabilidad, siempre cuidando la energía, el respeto por los muertos y los límites de lo emocional. No se trata de crear dependencia ni de romantizar el duelo. Se trata de recordar que la muerte no rompe el vínculo. Solo transforma la forma de comunicarnos. Este arte, como todo lo sagrado, puede aprenderse. No con prisa, no desde la ansiedad, sino desde el amor profundo que no acepta el olvido.
Como Brujas del Caribe, estamos aquí para honrar esa sabiduría antigua que nos dice que los muertos no se van del todo. Caminan a nuestro lado. Nos mandan señales. Nos cuidan. Y si aprendemos a escuchar, descubriremos que ese amor no se ha ido. Solo ha cambiado de forma.
Porque al final, la muerte no apaga el amor. Lo vuelve eterno.